sábado, 3 de marzo de 2012

10,20,30,40,50,...

Hay veces que en el transcurso de nuestra vida nos empeñamos en darle respuesta a una serie de preguntas que no tienen la más mínima repercusión pero que nos ayundan de forma involuntaria a incrementar la confianza en ella.
Una de estas incógnitas es el agobio y desasosiego que provoca la sensación de sentirnos solos y apartados de este mundo, el cual hace que ese desamparado sea como una insignificante mota de polvo puesta en el desván, que no espera otra cosa de sí misma que quedarse ahí durante el resto de sus días.
Esto hecho acontence normalmente cuando llega esa fecha que a muchos alegra y a otros hace poner en duda su función sobre el planeta, y con esto me refiero a cumplir a años.
La masificación de felicitaciones que te acorralan no te hacen sentirte más especial, ni esa tarta mal adornada, que lleva tantas sustancias químicas que pueden provocar que tu planteamiento sobre la vida y lo que llevas hecho en ella dure menos de lo que pensabas.
Es muy bonito festejar el día que pusiste ese llanto clamoroso en los oídos de aquellos que te rodeaban pero...¿es tan magnífico cómo parece?.
Yo creo que no, pero si mi reflexión os ha ayudado a poner en marcha eso que tenéis por “sentido común” (aunque en los días que corren no lo sea tanto) me doy por satisfecho.

No hay comentarios:

Publicar un comentario